Aquí está la papa

Creo que la mayoría cuando fue guagua (bebé) uso para dormir un tuto (cualquier objeto como pañal, panty, peluches, chupete, etc., para quedarse dormido ).
Mi tuto fue un caballo blanco de goma. Este caballo venia con una canción debajo de su ala (caballito blanco llévame de aquí llévame a mi pueblo donde yo nací...) canción que sin proponérselo el autor fue una canción de esperanza frente al exilio, pero esto será tema para otro post .
Mi caballo tenia una peculiaridad con los años se iba achicando hasta desaparecer en algún rincón del tiempo .

Recuerdo que de niño en verano visitábamos a mis abuelos que vivían en Paillaco un pueblo al sur de Valdivia , ahí conocí las manzanas colgadas, las cerezas , guindas y grosellas , chupones , maqui y una gran variedad de ciruelos todo en una gran casa quinta que incluía una panadería que pertenecía a mi abuelo.
Ahí me encontraba yo al cumplir mis 10 años, no se si fue el azar o el destino que hizo que en la noche anterior a mi cumpleaños yo pasara cerca de la puerta de entrada, habiendo tanta gente en la casa para abrir la puerta.
La iluminación de las calles en esa época no era buena, por lo que me daba un poquito de temor la oscuridad. Pero como estaba por cumplir 10 años me arme de valor para abrir esa puerta, y ante tanta insistencia abrí.
Desaloje un gas (pedo) del susto al ver en la puerta a un gigante con un tremendo saco al hombro, había oído hablar del viejo del saco que se lleva a los niños desobedientes pero nunca se me ocurrió pensar que yo podía abrirle la puerta. Entró y lo desalojo ante mis pies. Listo! exclamó. Y al ver llegar a mi abuelita le dijo: – aquí le traigo el regalo para su nieto tal como lo acordamos, luego pregunto quien era el festejado;
– ututuy ( decía mi abuela cada vez que estaba complicada con la respuesta )
mientras me señalaba con su mirada. Y yo subido sobre unos escalones para aparentar mayor volumen, igual que cachorro erizado. A fin de cuenta aún no se me pasaba la impresión de ver a tamaño hombre.
Me saludo y me entrego el saco
– mire lo que su abuelita le tiene de regalo.
Incrédulo ante la transformación de gigante a viejo pascuero y ante la autorización de mi abuelo me acerque y empecé a desatar el voluminoso saco. Al abrirlo quede maravillado cuando se asomo la cabeza de un cordero, blanco como mi caballo olvidado. El animal estaba vivo, abrió un ojo me miro e hizo ademán de pararse, tenía las patas amarradas. Lo tranquilice toque su esponjosa y lanuda piel. Cuando intente desatarle por completo me dijeron que era muy tarde y que había que guardarlo en el corral ya mañana tendrás tiempo de verlo con mas calma. Saltaba de contento y agradecimiento, como bala me despedía dando las buenas noches como una forma de apurar las horas para ver a mi “corcel” blanco. Aquella noche me dormí con un cargamento de sueños, ideaba como lo iba cuidar los caminos que podría recorrer montado en un cordero, incluso soñaba llegar al cielo, subiría por un arco iris y de ahí saltaría a galopar sobre un jardín de nubes blancas y crepusculares.

Amanecí temprano y feliz de que no había sido un sueño, abajo y en el corral me esperaba mi cordero, solo tenía que esperar que se levantaran para abrir y montarlo, mientras me entretenía en los hornos de la panadería ayudando a sacar el pan. De entre el olor a leña surgía el más exquisito olor a pan, recién sacado del horno. Lo poníamos en canastos y lo llevábamos a la sala de ventas donde ya estaba la gente en fila esperando comprar el pan. En cada recorrido pasaba por el corral cerrado, tratando de ver mi regalo mas la oscuridad del recinto me lo impedía, pero sentía sus pasos. Tendría que esperar hasta que se desocuparan de la panadería para poder verlo la ansiedad me mataba.
Cuando llego el momento ya estaba con un lazo al hombro, se abrió la puerta y un rayo de sol entro haciendo más mágica la figura de aquel corpulento animal y claro por algo lo había transportado un gigante. Era inmenso, saque mi lazo y a la primera lo laceé y a la primera me arrastro de guata por el corral. De improviso me levante cuando sentí a mi abuelo gritar salte ¡ y una corneada raspando mi cadera me tumbo de nuevo al suelo. No era lo que yo pensaba así que no proteste cuando me hicieron salir del lugar pero en fin esperaría que lo amarraran para amansarlo y así montarlo , en eso estaba cuando me mandaron obligadamente a comprar sal al centro de Paillaco ( como 10 cuadras mas o menos ) ahí si que proteste pues dije que había mucha gente en la casa para ir , porque tenia que ser yo y la respuesta no se hizo esperar porque tú eres el festejado , por lo cual me quede sin argumento .
Al regresar entre por un patio lateral y vi a mis primas en una alteza lavando y jugando con unas mangueras extrañas y vasijas de cristal blando que era divertido como hacían escurrir el agua por aquellos objetos. Fui a dejar la sal a la cocina y rápidamente salí por la puerta trasera a buscar a mi corcel, no di ni tres pasos cuando lo vi colgado de las patas traseras y el vientre abierto, sus tripas se estaban lavando en la alteza, horrorizado vi como se le pegaba con un combo ante los últimos estertores. En un acto de impotencia trate de recuperar sus tripas pero comprendí que lo había perdido y con el mi infancia, ese día trague en seco mi amargura. A la semana entendí esto de festejar con un gran asado al cumpleañero de acuerdo a la tradición sureña.